Lluvia y colegio: anécdotas de una Au Pair

Sí, asumidlo desde el principio, quien se crea que trabajar de Au Pair es cuidar niños y ya, lo lleva claro.

Detrás del contrato se esconden cientos de aventuras que van surgiendo día a día de forma completamente imprevisible.

Que pasan a convertirse en anécdotas de una Au Pair y las recuerdas para siempre.

Esas de las que solo eres consciente cuando han pasado varias horas y se lo cuentas a alguien en voz alta y todos te ponen la misma cara que dice:

¿Pero dónde te has metido? ¿Vas a volver sana y salva?

Esas aventuras que cuentas a tus padres y les hace cuestionarse si de verdad han hecho bien dejándote ir a Irlanda de Au Pair.

Por ejemplo, el día en que estás tranquilamente ordenando la casa porque está cayendo una tromba de agua impresionante, unido a un vendaval que tira papeleras…

Y tienes bien claro que no tienes intención alguna de salir a la calle y por supuesto esperas que al niño le vaya a recoger la abuela, la tía, la amiga o quienquiera que tenga coche.

Entonces oyes el ruido de SMS y miras fijamente el móvil sabiendo que en todo Irlanda y España y el mundo la única persona que te manda SMS es la madre de las criaturas.

Y el miedo se apodera de ti.

Por un instante te planteas alejarte y hacer como que no has visto ni oído el móvil.

Pero la responsabilidad Au Pair llama a la puerta y lo miras (arrepintiéndote) y entonces lees:

“Hi Sonia, I’ve rang around and can’t get anybody to collect Odhran so I’m afraid you’ll have to collect him for me”.

Y miras por la ventana y vuelves a mirar el mensaje y vuelves a mirar por la ventana.

Y entonces le preguntas (porque obviamente ella también se ha asomado por la ventana y si te está escribiendo esto es porque no hay otra opción posible):

“Have you got any plastic or something for the buggy?”

Ese plástico tan famoso que cubre todos los cochecitos cuando llueve y nos da tanta envidia, porque todos queremos ser el niño que va dentro calentito y sin mojarse.

A lo que contesta:

“Have a look in the utility room”.

Utility room = también llamado trastero o cuarto donde hay de todo y nada.

Ese donde van a parar los abrigos de la pasada temporada, las herramientas, el botiquín, los papeles de la casa, las cajas con juguetes viejos…

¡Ese mismo!

Entonces miras la hora y son las 11:30 y a las 11:40 tienes que salir de casa para recoger al niño.

Y empiezas a buscar por todos los armarios de la utility room intentando encontrar el famoso plástico.

Y como era de esperar no, no lo encuentras.

Algo que no acabas de entender porque en Irlanda precisamente si hay algo famoso es la lluvia y debería estar bien a la vista…

Y nada, que llega la hora y te vas a buscar al niño con el carrito y dos chubasqueros que has encontrado y la manta y el gorro y los guantes y porque no había antifaz, que sino también.

Llegas al colegio empapada y en tu cabeza solo puedes pensar que todavía queda la vuelta y tu chubasquero ya no da para más.

Entras en clase para recogerle y la profesora te mira raro porque todos los demás padres han ido en coche y están muy secos y tú muy mojada.

Así que después de afirmar a la profesora que sí, que efectivamente vas andando, tú y el niño salís al porche donde está el carrito.

Y el niño te mira como: me estás vacilando.

Pero no, ¡es real!

Y nada oye, que le pones el gorro, los guantes y el abrigo y le sientas y le cubres con la manta y alrededor de los pies hasta casi la barbilla el chubasquero y él sin rechistar, porque en el fondo sabe que con la que está cayendo necesita eso y más.

Y finalmente, a la aventura de volver a casa con sus 20 minutos de camino luchando contra viento y marea de forma literal

De vez en cuando parándome a ver si el niño respira o los chubasqueros se le han tragado.

Entonces me asomo y veo que lo único que le queda descubierto del cuerpo, media cara, está totalmente mojada y cuando le pregunto que si todo ok (dentro de lo posible) solo mueve la cabeza.

Yo creo que temeroso de abrir la boca y que se le meta agua.

Y nada, que llegamos a casa y tengo que poner el colgador con toda mi ropa y su abrigo porque afortunadamente y gracias a todos mis esfuerzos por convertirlo en una momia de chubasqueros, su ropa está seca (+1 para Sonia).

De mi ropa no hago comentarios.

Lo mejor, cuando la mami viene a comer y nos pregunta:

¿Qué tal? ¿Muy mojados?

Y los dos nos echamos una mirada cómplice sin saber exactamente qué responder.

Cómo le quiero y cómo aguanta el campeón en todas nuestras aventuras, ¡como un auténtico superhéroe!

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